No hay historia sin princesa
- Oscar Coreas
- 4 jun 2021
- 3 Min. de lectura

Te escapaste de un cuento que de niño aprendí, te esperaba y no miento...
En estos días tenemos tanto contenido a nuestra disposición, que más que consumir medios, consumimos historias prestadas. Nos generamos expectativas tan irreales sobre cómo funciona el mundo e incluso el amor, que terminamos creyendo aquello que solo es “realidad mediatizada”.
Y por supuesto que tengo una serie favorita, como cualquier otro de ustedes, que está leyendo esto (Game of Thrones, por cierto). Pero tengo claro, que la vida es totalmente diferente a las series que veo o a los cuentos que de niño escuché… o al menos eso creía.
Les explico…
Era lo que creía hasta que llegó ella, y con su forma tan distinta de pensar, me enamoró.
No hay obstáculo que la detenga, no hay parámetro que la rija o una norma que pueda definirla; siempre está pensando en algo nuevo y su energía es tan única como ella, que siento a veces no poderla alcanzar.
Pero, sobre todo, me enseñó que el amor existe, no como en las historias de fantasías en los cuentos o películas. Me refiero a un amor cuya magia radica en la sinceridad y espontaneidad. Un amor sin caretas, donde ambos podemos ser nosotros mismos y tienen cabida todas las diferencias.
Vaya si lo sabremos nosotros, como dice la canción… “Tú tan Norte y yo tan Sur, tú tan rock y yo tan blues…”.
Debo reconocerlo, antes creía que el amor ideal era encontrar a alguien que tuviera los mismos gustos que yo, la misma música, series y películas, entre otros. ¡Vaya que estaba equivocado!
Por eso, hoy que estoy a punto de celebrar mi cumpleaños, quiero compartir tres cosas que aprendido en este último año y un poco más.
1. No hay que enamorarse del amor: Hay que enamorarse de la persona, con su forma de ser, de actuar, de soñar, de convivir, de todo aquello que la hace diferente a las demás personas. No hay que tener miedo de enamorarse de una persona completamente distinta a nosotros, no creo en las “almas gemelas”, creo en una relación que se fortalece mutuamente. Hoy mis debilidades, encuentran en ella fortaleza.
2. En el amor no hay cabida al egoísmo: Se comparte literalmente todo, desde las compras del jabón hasta las carcajadas o las lágrimas. Los días pueden ser impredecibles; pero eso los llena de oportunidades para ponerte en el lugar de la persona que amas y lo que quieren construir juntos. Y al final del día, lo que importa y debe importar más, es el amor que hay entre ambos. Se trata de llegar a ser uno, encontrar a alguien con quien trabajar bajo un proyecto conjunto, sin perder la esencia que te hace ser tú mismo.
3. Solo hay una forma de amar: ¡con locura!: Y ciertamente, hay que arriesgar. Solo piénsalo, si aquellos que tomaron un pincel y pintura en sus manos no se hubieran arriesgado a hacer cosas distintas ¡cuántas obras de arte nos hubiéramos perdido!
Es que, en una relación, esa persona a quien has decido amar, se convierte en todo para ti. No hablo solo de tener un aliado o un pañuelo para secar tus lágrimas, me refiero a que esa persona se vuelve parte de ti, de tu vida, de tus tiempos, de tus momentos, hasta llegar al punto de que las frases: “mi vida”, “mi amor”, “mi mundo”, “mi universo”, tienen sentido solo si van dirigidos a esa persona.
Es cierto, no creo en los cuentos de hadas o que todo tendría que ser como lo que vemos en las películas o series, sé que se trata de ficción. Pero con ella aprendí que podía dejar de escribir una historia solo y empezar a escribir una historia juntos, de dos ser humanos imperfectos que toman a diario la decisión de seguirse amando y trabajando bajo el objetivo de ser uno con Dios de la mano.
Hoy, desde hace 9 meses, ella ya no solo es mi princesa, es la reina de esta historia. Es precisamente a ella, a mi motivo e inspiración, a quien dedico estas letras… mi amada esposa Raquel de Coreas.❤️
Te amo, eres magia.
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