OJALÁ ALGÚN DÍA

Ojalá algún día valoremos la puntualidad.

Ojalá algún día respetemos las señales de tránsito.

Ojalá algún día la cortesía nos visite de nuevo.

Ojalá algún día volvamos a apreciar el arte en los detalles.

Ojalá algún día dejemos de discutir por las cosas que nos separan.

Ojalá algún día busquemos primero soluciones y no más motivos de problemas.

Ojalá algún día pueda ver a mi gente sonreír.

Ojalá algún día las cosas sean como me las enseñaron en la escuela.

Ojalá algún día enterremos el pasado y avancemos hacia el futuro.

Ojalá algún día el obrero no sólo sea digno de su salario, sino que reciba un salario digno.

Ojalá algún día creamos en los milagros con más fe que con escepticismo.

Ojalá algún día mi pueblo disfrute del fruto de su trabajo.

Ojalá algún día tengamos más respuestas que preguntas, más propuestas que críticas o imposiciones.

Ojalá algún día nuestros niños no sólo hablen de la paz o la dibujen; sino que la vivan.

Ojalá algún día aparezcamos en las noticias por algo bueno.

Ojalá algún día nos veamos como hermanos y nos demos cuenta que son más los motivos que nos unen que las barreras que nos separan.

Ojalá algún día tengamos una nueva generación de políticos.

Ojalá algún día se haga política desde las calles del pueblo, no desde una oficina.

Ojalá algún día los spots de campañas políticas se vuelvan realidad y no sean solo promesas.

Ojalá algún día la educación no sea solo un accesorio utilitario del presupuesto general de la nación.

Ojalá algún día los grupos de poder corran las cortinas de humo y nos permitan ver la obra completa.

Ojalá algún día... Llegue el día a mi El Salvador.

¡PERO ALTO!

Si una crisis es una oportunidad, estamos en el mejor momento para sacar El Salvador adelante.

Voy a comenzar desde hoy, viendo una solución donde no la hay, haciendo puentes donde otros los han derribado, viendo a cada salvadoreño como el prójimo al que debo respetar.

Porque la mayor fortaleza del pueblo salvadoreño está en su persistencia, en jamás darse por vencido. Porque si has podido soportar tanto mi patria querida, de esta te sacaremos adelante ¡juntos!

Este es el tiempo que líderes, jóvenes y adultos, dejemos de ver nuestro pequeño círculo y comencemos a tener una visión grandiosa de nuestro pueblo. Ha llegado la hora de escuchar al pueblo, el que alza su voz con la esperanza de algo mejor.

Y es que el día que El Salvador vea la luz está tan cerca como sus ciudadanos lo decidan, no los gobernantes (por parte de algunos viviéramos en la oscuridad para siempre) no los estratos más altos o las cúpulas. ¡El pueblo señores!

Ojalá algún día podamos ver a la cara a nuestros hijos y decirles que cuando llegó el momento de trabajar por nuestro país lo hicimos como una sola nación. No importando de dónde venimos, dónde trabajamos o cuánto tenemos, sino que somos salvadoreños.

Solo me resta levantar mis ojos y al cielo suplicar: ¡Dios te salve patria sagrada!