APRENDÍ A VOLAR
- Oscar Coreas
- 10 mar 2018
- 2 Min. de lectura

Todo comienza aquí
Voy a contarles una historia de hace muchos años atrás, ocurrió en un lugar muy lejano, donde todo comenzaba y el tiempo caminaba (no corría aún). Ahí vivía el pequeño de quién voy hablarles, él que un día decidió emprender el viaje hacia su destino; yo me convertí en el espectador tácito de su plan.
Por eso, preparó su equipaje, asegurándose de llevar todo lo necesario para avanzar en su travesía. Esto le hacía llevar su maleta repleta de cosas, él no quería que las tormentas, las dificultades o la inexperiencia lo tomaran por sorpresa.
No puedo alcanzar a describir cómo hacia para cargar tantas cosas en la maleta, al principio lo taché de inexperto y hasta novato. Solo pude asegurar que la vida le enseñaría qué cosas valían realmente la pena.
Pero a pesar del esfuerzo que suponía tratar de moverse con todo y maleta, algo casi me hizo explotar la cabeza: ¡Estaba sonriendo! era capaz de mantenerse feliz aun sin saber lo que le esperaba.
—Absurdo, pensé.
Con boleto en mano, decidió abordar la vida. Un plan estaba trazado y “nada podía salir mal”… al menos eso creía él.
Pero como todo viaje, este también presentó dificultades y lo primero que se vio obligado hacer fue darse cuenta de esto: todas las personas que cargaba en su equipaje, no le pertenecían.
Aunque algunas habían decidido, voluntariamente acompañarle, de la misma manera también fueron decidiendo abandonarle. Otras sencillamente, no lo decidieron así, solo pasaron a mejor vida.
De esta forma, el chico aprendió que las relaciones personales tienen la capacidad de cambiar las épocas, ya fuera que una persona entrara o saliera de su vida, eso hacía que cambiara de rumbo. Pero las personas no le pertenecían.
Ahora quiero preguntarte ¿Cuánto pesa tu maleta? Sin duda la mejor manera de amar, es arriesgándote a ser herido. Solo de esa manera conocerás a las mejores personas de tu vida y quienes realmente merecen quedarse. Y no te preocupes, quienes deben estar en tu vida volverán, no importa cuando.
Ahora bien, hay otras a quienes debes dejarlas ir, aunque sientas que tu corazón se va con ellas. Y lo único que te queda, es lo que se llevaron; los recuerdos, esas sonrisas y lágrimas, esas oraciones y súplicas que dieron vida a tus sueños.
Pero debes entender que no son eternas, algún día deben dejar esta Tierra y acompañarte desde otra realidad.
Solo nos queda por aprender, las personas no nos pertenecen y como a este chico, mientras más rápido lo aprendas, más liviano será tu viaje.
Continuará…
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