AÚN ESTOY DE PIE

Valiente no es quien ha luchado sin miedo y ha ganado todas las batallas, valiente es quien ha luchado enfrentando sus temores.

¿Quién no se ha quejado de sus batallas? Tengo que confesarlo, también me ha pasado. ¡Sí! Hasta que comprendí que nada en mi vida ocurre por casualidad, todo tiene un propósito.

En ese instante me di cuenta que todo lo que soy es el resultado de las luchas que he tenido que librar y a la vez me han dado fortaleza.

Te explico: Seamos sinceros, si en la vida “todo fuera más fácil”, sencillamente seriamos endebles, mediocres y comunes.

Aún los momentos difíciles le han dado sentido a nuestra vida, nos han mostrado qué tanto podemos resistir. Incluso el dolor nos ha sido excelente maestro, nos recuerda que somos seres humanos.

Ya hace tiempo aprendí que cada una de las personas que me rodean tienen luchas personales que debo respetar. Los procesos son individuales y solo somos dueños de nuestras experiencias, aciertos y desaciertos.

Vive respetando a quienes te rodean, siendo cuidadoso con tus palabras para no convertirte en juez de los demás, de lo contrario, con la misma medida que medimos seremos medidos.

Pero, volvamos al viaje interno de reconocer nuestras luchas. Si no hubieras tenido momentos tristes ¿conocerías la felicidad? Si no atravesaras en medio del dolor ¿sabrías valorar el bienestar?

Y en este punto quiero recordarte: cualquiera que sea la situación que estés pasando o hallas pasado, no solo servirá para que cuando vengan los buenos tiempos los sepas valorar. También servirán para que cuando otros crucen por dificultades similares a las tuyas, te muestres empático, humilde y con sinceridad digas: “Te entiendo”.

Vivimos en un mundo muy egoísta, donde cada uno abona a su propio bienestar. Pero ¿qué si decidimos cambiar esto? ¿qué si cada lucha, batalla o dificultad no fue solo tuya? ¿qué si alguien está esperando conocer a alguien como tú y le brindes esperanza?

Podré parecer demasiado positivo, pero sigo creyendo en que mientras hay vida, hay esperanza. Mientras uno de nosotros decida ser más humano y extienda la mano a otro, no todo está terminado.

Curiosamente lo que hoy mismo escribo, lo aprendí a base de experiencia. Cada dolor, cada batalla (por muy fuerte que halla sido) aún estoy de pie.

Decidí que haría de cada problema una oportunidad, de cada fracaso una lección, de cada pérdida una ganancia de experiencia y de mis debilidades una fortaleza.

Tú decides si lo que estás pasando te destruye o te construye. Solo quisiera un día verte y escuchar tu historia, enlistes a los que has ayudado con tus experiencias y no importa si con lágrimas en los ojos me digas: “A pesar de todo... aún estoy de pie”.